El arte es una manifestación humana con una enorme responsabilidad.

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Más allá de los valores estéticos o decorativos que pueda ofrecer una obra de arte, es incuestionable que esta expresa ideas, conceptos, creencias y filosofías, y que estos tienen el poder de influir en la vida de los demás.

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Desde esta realidad, todos los artistas tenemos la responsabilidad de cómo afectamos la vida de nuestro público.

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Para mí, el arte me ha permitido construir todo lo que soy y desarrollar todos mis valores y mis verdades, y la más grande de ellas es que a través del arte las personas pueden aprender a conocerse, a aceptarse, a aprender a resignificar sus cualidades y defectos, y los limitantes que condicionan su autoestima.

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Pueden aprender, a partir de sus propios logros, que así como sus talentos pueden ser mucho más grandes de lo que creían, también pueden conquistar cualquier meta o dificultad que enfrenten, si la asumen con perseverancia y resiliencia, de la misma manera en que han logrado conquistar habilidades artísticas que al principio creían imposibles.

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El arte también puede convertirse en un vehículo de desarrollo social, motor de turismo, de cultura y de afirmación identitaria para grupos sociales, comunidades y poblaciones, en especial si se desarrolla desde estrategias participativas y de inclusión, para fortalecer el sentido de pertenencia e identidad colectiva.

 

Por esto es que no puedo ser solamente un artista que pinta o esculpe, y siento la obligación de compartir todo lo que puedo hacer con los demás.

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Alfredo Araújo Santoyo